Me gustas cuando pisas tus miedos, la incertidumbre y te atreves con todo lo que se te ponga por delante.
Me gustas cuando dices lo que piensas, cuando no te cortas ni te quedas con las ganas… y sobre todo cuando se trata de nosotros dos.
Tengo mil motivos o unos pocos más como para volverte a elegir, pero te aseguro que el primero sería porque me has hecho feliz, que en una pareja debe ser lo más importante.
Te prefiero cuando improvisas en la cama, cuando bailas en los días nublados y cuando vas a por todas aunque el qué dirán sea más fuerte.
Tú, eterno inconformista, me gustas, porque me dejaste entrar en ese corazón tan destrozado y aun así no me juzgaste.
‘No tienes por qué cometer los errores de la anterior’ dijiste, y fue entonces cuando me di cuenta de que tal vez estábamos hechos el uno para el otro aunque fuera por poco tiempo.
Magia inexplicable es la que sale de tu boca cuando luchas por lo que crees y quieres, lágrimas son las que brotan cuando la vida se complica pero admiro que no te dé vergüenza llorar ante mí, porque no eres menos por hacerlo.
Te volvería a elegir porque contigo he descubierto el amor por sus cuatro costados y de la manera más libre y respetuosa que se puede conocer.
Hemos sido compañeros, amantes, casados y amigos que no dudan del otro y cuando alguien confía en ti se crea un vínculo tan fuerte del que es difícil salir. Como un imán que te lleva hacia él para no separarte…
Te volvería a escoger mil veces más, tantas como razones tengo para quedarme, porque he aprendido que hay personas hogar y que en casa es donde mejor se está en noches de tormenta.
Acurrucados, diciéndonos las verdades a la cara aunque duelan y demostrando que nos queremos.
Yo te quiero y si algún día la vida quiere separarnos, sé que un cachito de mí se quedará a vivir en tu corazón para siempre.
Pero no me importa. Me gusta entregarle todo a quien me hizo ser mejor.