Hay que ver lo que cambian los miedos según crecemos. De pequeños lo que más nos aterra es el lobo el armario o la oscuridad y ahora las lecciones de la vida.
Ya lo dijo Sara en su día «el miedo es como la familia que todo el mundo tiene una» y a partir de ahí domas y azotas para intentar que no salga de la jaula y te devore.
Porque los miedos pueden llegar a ser muy crueles hasta el punto de no dejar que seas tú.
He visto a muchas personas no decir lo que sienten por miedo a no ser correspondidos y darse el golpe, a otros tantos no lanzarse al agua por miedo al mar y ya no hablamos de quienes se frenan en seco a lo largo de su vida por miedos que ni siquiera existen.
Yo también tengo miedos y muchos, pero si algo he descubierto es que la mitad son pesadillas de mi cabeza que jamás llegarán a ser reales.
Por eso me da rabia agonizar sin sentido, porque es pasarlo mal por un espejismo y una profecía que muchas veces no se cumplirá.
Todo el mundo tiene miedos y quien diga que ni es que tiene miedo a decir que tiene miedos.
Hay miedos demasiado tontos para muchos y tan importantes para el que lo vive que nunca me atrevería a juzgar a nadie por ellos.
Miedo a fallar, a perder, a las despedidas, a enamorarse, a marcharse, a volver a empezar…
Y cuando se trata de amor….ay cuando se trata de amor. Parece que nos mostramos frágiles e inseguros y se nos vienen de golpe todos los finales no felices que pueden ocurrir.
Sí. Puede salir mal pero no TENGAS miedo a que eso ocurra. Porque si algo es cierto es que la vida y vivir es un miedo constante pero sin duda hay que camuflarse entre ellos.
Darles de comer, acostarnos cuando tengan sueños y en definitiva me no dejar que se apoderen de ti.
Así que la próxima vez que pienses en tus sueños no los veas como un enemigo sino como una meta a superar…y en el amor… si tienes miedo a enamorarte recuerda que entonces será el miedo quien se enamore locamente de ti.