
El amor es como el viento, no se ve pero se siente y eso les pasó a Landon y a Jamie. El típico chico que se mete en problemas y que acaba con la típica chica que le hace cambiar sin quererlo.
Pero aunque esta historia parezca que se haya escrito 1001 veces…. hay algo que la hace diferente: que en mitad de ese caos de emociones se enseñaron y aprendieron muchas cosas.
La primera, que el amor no entiende de nada y que no puedes controlar por quien sientes por mucho que te reprimas.
Aquella obra teatral lo unió todo y aunque la muerte les separarse en algún lugar del recuerdo y del corazón de él siguen juntos para toda la vida.
Se conocieron, cumplieron sus sueños y consiguieron estar en dos lugares a la vez por extraño que te parezca… pero a veces, aunque fueran personas destinadas a estar juntas e historias de cuento que merecían un final feliz… las perdices no siempre están de parte de todo el mundo.
Las enfermedades acechan y una quiso llevarse por delante a Jamie pese que aún le quedan demasiadas metas por lograr y experiencias por vivir.
Ella se fue, ya no estaba presente pero para Brandon seguía habitando en sus sueños y aquello supuso nacer de nuevo.
Fue complicado pero ambos se demostraron amor incondicional hasta en el último aliento… y eso es lo bonito.
Estar, no pedir nada a cambio, que se queden a tu lado sin que se lonpidas y que no paran de mirarte como la primera vez.
Lo de Jamie y Landon no pudo ser… pero mientras duró fueron las personas más afortunadas y felices del mundo… y eso.. es increíble.